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domingo, 3 de abril de 2016

La inversión térmica, el niño y don Manuel Uribe Ángel

La inversión térmica, el niño y don Manuel Uribe Ángel


Luis Guillermo Vélez Álvarez
Economista, Docente Universidad EAFIT

Inversión térmica: así se llama el fenómeno meteorológico que ha venido ocurriendo en los últimos días en el Valle de Aburrà. La atmósfera está compuesta por diversos gases. Esa composición no es uniforme y los gases más pesados – oxígeno y nitrógeno – son más abundantes en las capas inferiores que en las altas, haciendo que la atmósfera sea más densa y, por tanto, la temperatura más eleva a nivel del mar que en las altas montañas. Las sucesivas capas atmosféricas actúan como cobijas y estamos más calientes mientras más cobijas tengamos encima. Hay inversión térmica – inversión térmica próxima a la superficie, para ser más exactos - cuando la temperatura se hace más baja en capas inferiores que en las altas.

Ese fenómeno puede presentarse por muy diversas causas. En las zonas templadas, se produce con frecuencia en invierno, en las noches secas y despejadas, cuando la tierra pierde calor como consecuencia de la radiación y las capas del aíre más cercanas al piso se enfrían más y más rápidamente que las superiores. Es por ello que la inversión térmica se presenta en ciudades como Londres, Madrid, Nueva York, Atenas, Singapur, México, Santiago de Chile entre otras. En las zonas tórridas se produce en épocas de verano y sequía intensa, como ocurre en el Valle de Aburrà. El aire frio de las montañas que llega en las noches y en las madrugadas queda atrapado por una capa superior más caliente que impide su circulación normal. Esa capa caliente atrapa también el material particulado presente en el ambiente. La inversión térmica no es provocada por la contaminación, pero hace que ésta afecte más a las personas que quedan expuestas a respirar un aire más contaminado de lo usual. Al parecer, en los valles estrechos, como el de Aburrà, con irregularidades topográficas, como los cerros Nutibara y El Volador, que dificultan la circulación de los vientos, el fenómeno puede durar varios días sin que quede nada distinto que hacer a esperar un buen aguacero o una buena tormenta huracanada.  Lima es un caso de inversión térmica permanente causado por la corriente de Humboldt. Hasta aquí Wikipedia y otras fuentes que cualquiera que teclee las dos palabras – inversión térmica – puede consultar gracias a Mr. Google. ¡Cómo vivíamos sin él!



Frente a la inversión térmica, las medidas adoptadas por las autoridades metropolitanas son cataplasmas en pata de palo, aunque pueden contribuir a mitigar sus efectos. Ojalá este fenómeno temporal, del que solo podemos sustraernos yéndonos a vivir a otra parte, no las lleve a adoptar medidas permanentes como restricción a la circulación de vehículos durante todo el día o el pico y placa industrial del que se ha venido hablando desde hace un par de años. En el Valle de Aburrà, la inversión térmica ha existido desde siempre y existirá en el futuro y ello nada tiene que ver con las industrias contaminantes, los muchos carros o el calentamiento global. Ya en 1885, Don Manuel Uribe Ángel, en su “Geografía general y compendio histórico del Estado de Antioquia en Colombia” hacía una descripción del fenómeno. Se lee: 

“Con bastante frecuencia la tierra despide copiosos vapores de agua, sobre todo durante las noches y las mañanas, y esto especialmente en los terrenos bajos, húmedos, cubiertos de bosques y atravesados por ríos y torrentes. Esos vapores se elevan pesadamente, se extienden por las llanuras, coronan las cordilleras, giran luego en diferentes direcciones de la atmósfera y causan una opacidad transitoria, hasta que bien pronto son disueltos por los rayos ardientes de un sol tropical” (43)

Y esta otra: 

“Con harta frecuencia, la lluvia viene acompañada de fuertes huracanes y borrascas, ocasionados por la perturbación del equilibrio en el aire embarazado en sus movimientos por los altos muros de cordilleras que lo encierran” (42)

“Opacidad transitoria”, “perturbación del equilibrio en el aire embarazado en sus movimientos” ¡Cuánta belleza y precisión!

No puede pasarse la ocasión sin rescatar la descripción que don Manuel hace de lo que hoy se llama fenómeno de El Niño:

“Los meses de lluvia en Antioquia principian a mediados de marzo y terminan a mediados de junio, para comenzar luego hacia la mitad de septiembre y acabar en los primeros días de diciembre; pero esta regla está sujeta a numerosas variaciones, pues con frecuencia se invierten los tiempos, volviéndose lluviosos los días de verano, y viceversa. A veces el año es húmedo en su mayor parte, y en ocasiones notable por su excesiva sequedad. Muchos de los viejos habitantes del país creen haber observado, y aún lo afirman por la tradición de sus mayores, que los tiempos de lluvia abundante y de gran sequedad están divididos por períodos casi fijos de siete a ocho años. Nos parece que tienen razón”. (41)

Las citas son tomadas de la edición de la obra de Don Manuel publicada en 1985 por la Gobernación de Antioquia en la colección Autores Antioqueños.  Esta edición, titulada “Geografía general del Estado de Antioquia en Colombia”, dejó de lado, lamentablemente, la parte histórica.


LGVA

Abril de 2016. 

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